¿Sabes?
Todos conocemos el momento
de nuestra muerte
minutos antes de que llegue.
Tengo la certeza de que
ese cuerpo
marcado por las arrugas de la sabiduría
siente un no sé qué
siente un no sé qué
que le hace sentirse próximo
a ella.
Pero, ¿sabes?
No lo dicen.
Es algo lógico
el porqué no lo dicen.
Lo suprimo por su obviedad.
El problema viene ahora, tiempo.
Tú has creado máquinas
incapaces de evitar
el dolor ajeno,
de guardar para sí
su dolor, sin ser conocedores
de la mentira piadosa
que todo lo cura.
Pero, ¿sabes también?
Los tomarán por locos
si en algún momento declaran
estar acercándose
a esa oscura muerte
que no perdona.