Supuestas lecturas

jueves, 15 de diciembre de 2011

Escalera de Narte

Prueba esas sonrisas suaves
que saben a besos sordos
con susurros carnosos.
Quema en ti la nada
que te hace ser todo.
Corrompe y quiebra.
Siente y provoca.
Crea y destruye.
Sueña y vive.
Prueba.


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Confieso que quiero ser rimada

Déjame impregnarme
en tu lasciva lengua
que derrocha versos
convertidos en lenguas tentadoras.
Que tu altitud descienda
bajo mis caderas ahogadas
en tormentas de un vientre cualquiera.
Sentir tus palabras, 
cómo queman
en la inmensidad de mi carne.
Cómo el papel 
ansía ser tocado por pluma
tan puramente sencilla.
Dame una sobredosis
de tu ser,
que yo también he de confesar
mi ansia de querer ser rimada.
A Narte

La delicia de ser tú

Partes de mí y de mi interior
además de aquellos rincones
que son más que secuelas grises.
Envuelven tu beso
en un calor glaciar
que convierte el abismo
en sensualidad.
Harta de preguntarme
si acaso lo quieres,
no te mando besos de papel
porque no pueden competir 
con los verdaderos.

Miro y busco en el color
de tu sonrisa
un destello que indique
que no es mía.

Dejad de caminar,
por favor.
Está apareciendo
el susurro más bello.

Silencio.

¿Preguntáis quién es?
Es aquella delicia
que ríe como un mimo.


martes, 13 de diciembre de 2011

El hoy y el mañana te resquebrajan

Y mañana sonreirán.
Y hoy se sentirán físicamente atentos.
Y mañana no lo recordarán.
Y hoy seguirán aplaudiendo.
Y mañana cesarán su pensamiento.
Y hoy sentirán parte de mí.
Y mañana morirán.
Mas, ¿Hoy?
Hoy sonreirán.


Incesante crujido

Ahora sí.
Ahora no.
Ahora también.
Ahora más entrecortado.
Más distante a ratos.
Se acelera por momentos.

No puedo evitar lo que soy.
Miren ahí, jóvenes.
¿No lo ven?
¿No lo oyen?
¿Acaso no lo sienten?
Joder.

No cesa ni un instante.
Su pitido quema en mis oídos.
Ay...dejen de ver, amigos
y aprendan a mirar.



El corazón no ha dejado
de latir.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Sé quién no eres

Pulsación frágil e incesante.
Presión permanente.
Destello incandescente.
Ya ve; aún no mira.
Observa la mayor criatura
 el suceso que se ha desarrollado
ante él.
Limpian los despojos de la vida
y comienza la marcha.

No encuentro mayor placer
que mostrar lo que un día te enseñaron
en la plenitud de tu ignorancia ya ausente.

Qué distinto parece todo.

Un paso, otro, otro más y ya conoce el camino
del andar.

Disfrutas de placeres
sin el entendimiento.
En tu mirada veo cómo te sientes
cuando deslizas tu delgado cuerpo
por el rocío de la hierba aún verde y fresca
como aquella mañana.
Sé que sientes
que en este momento
no formas parte de nadie,
sino de algo.
Te sientes unido al mundo
pero sólo a sus despojos.

Todos adoramos sentirnos diferentes al resto
y creen aun por un segundo
que perteneces al mundo, y no a lo que se creó
a partir de él.

En el clímax de tu gozo
con el roce de la fría raíz del chopo
hueles algo que nunca percibiste
en tu corta vida.
O sí, pero no lo recuerdas.
¿Cómo poder?
No dándote tiempo a abrir
tus verticales pupilas
lo sientes.
Eso sí lo conoces.
Sientes el cambio tan brusco
entre placer y dolor
casi sobre humano en el instante.
Te debilitas.
Aún no sabes cómo
ni el qué lo produjo.
No puedes.
Y tu intensa y deseada mirada por miles de mortales
se desvanece.
Notas cómo te apagas lentamente,
como un fuego en una tarde soleada y sin viento.

¿Por qué?
Es una pregunta que tú no haces,
no puedes.
La hago yo.

¿Por qué?
No pregunto por qué tú,
sino por qué en general.

Lo más curioso es que no sé quién eres.

Bueno, podrías ser ese lince
alcanzado por una bala perdida
de aquel humano que percibías.

O aquel pájaro que voló cualquier día
cerca de mi ventana
y cesó su canto por un capricho ajeno.

O el zorro del bosque inmenso
que caminaba en la noche infinita
en busca de sed
para saciar su agua
y cuya vida fue arrebatada
para que una humana cualquiera
sustituyera su nombre y piel
por el tuyo.

No sé quién eres.
Pero te diré algo:
Sí sé quién no eres.

No eres un humano.