Como no sabían que era imposible,
lo consiguieron.
Se levantaron como
cada mañana y se dijeron:
"Es un buen día
para la Revolución".
Y ahí estaban.
Uno más que otros,
pero estaban.
Porque pagar por tu ignorancia
es el precio de tu sabiduría.
Recuerden, recuerden. Nunca dejen de buscar el sonido del silencio, pese a que lo más cercano que estarán ustedes de él será en sueños; pero no en los propios, sino en los de las palabras, que anhelan sentirse vacías.