Tantas preguntas
y ninguna la que esperaba.
Tantas cosas dichas
rechazadas y encubiertas
por una paradójica risa.
Tanto que, en las tardes,
me sonreía
y ninguno se ofrecía
a ese: "¿Qué tal el día?"
a ese: "¿Qué tal el día?"
Tantas supuestas verdades
que me hacen plantearme
si ese infinito que tanto se espera
está aún más cercano
que el comienzo
de esta nueva primavera.