Hoy tuve que escuchar
las palabras de una
que se hace llamar
poetisa.
En ellas decía:
el poeta
siempre establece un lugar
para trabajar.
Y parece una sentencia,
llena de errores y mentiras:
el poeta no tiene un lugar,
el poeta es el lugar.
Ni siquiera es un trabajo,
porque no cuesta decir verdades
enmascaradas con un lindo/feo linaje,
pues es sabido que la poesía
no es obligación,
sino devoción.